Nos dicen que recordemos los ideales, no al hombre. Porque un hombre se puede acabar, pueden detenerle, pueden matarle y pueden olvidarle. Pero 400 años más tarde los ideales pueden seguir cambiando el mundo. Yo he visto con mis propios ojos el poder de los ideales. He visto a gente matar por ellos y morir por defenderlos. No se puede besar un ideal, tocarlo o cazarlo. Los ideales no sangran, no sufren y tampoco aman. Pero no es un ideal lo que echo de menos, sino un hombre, un hombre que me hizo recordar el 5 de Noviembre. Un hombre al que jamás olvidaré.